“Acá estamos, a diez años de una las mayores tragedias ferroviarias del país, abandonados por el Estado como el primer día”
Sobrevivientes y familiares de la Tragedia de Once se reunieron en la estación y volvieron a reclamar justicia
Son las 8.32 en la estación de trenes de Once y una pequeña multitud rodea a un hombre que, con un micrófono en la mano, dice que ahí están, a diez años de una de las mayores tragedias ferroviarias del país, abandonados como el primer día por el Estado. El hombre es Paolo Menghini, padre de Lucas Menghini Rey, uno de los fallecidos en la tragedia ocurrida el 22 de febrero de 2012. A esta misma hora de aquel año, en este mismo lugar, un tren de la línea Sarmiento que transportaba cerca de 1200 pasajeros no frenó e impactó contra la estructura de contención del andén 2 de la estación. Murieron 51 personas —entre ellas, una mujer embarazada— y casi 800 resultaron heridas.
Hoy el andén está repleto de familiares, amigos, periodistas y transeúntes que interrumpen su paso para pararse al menos durante unos minutos a escuchar y acompañar. Los carteles —letras blancas y rojas sobre fondo negro— reclaman justicia. Los familiares los mantienen en alto, no los sueltan. No se cansan. Hay dos globos plateados con el número 52 atados sobre el andén y una placa recién descubierta que homenajea a las víctimas fatales.
“Todo lo que hemos logrado ha sido con nuestras tres únicas armas: unión, voluntad y verdad”, dice Menghini.
La angustia de los familiares (Ricardo Pristupluk/)
María Luján Rey, madre de Lucas, está parada al lado de Menghini. “Hay heridas que no cierran, que permanecerán abiertas por siempre. Por eso acá estamos y estaremos, agradecidos con quienes nos han acompañado en la lucha contra los responsables. Aprendimos del dolor ajeno que nos antecedió y aquí estamos, orgullosos de nuestra lucha a diez años y nos sobra aire para gritar justicia. Gracias a todos por estar acá”, dice.
La pequeña multitud cierra las palabras de Menghini y Rey con un grito unánime que ruge una única palabra: justicia.
En menos de dos años, los principales imputados por la tragedia fueron condenados en primera instancia, entre ellos los dos exsecretarios de transporte de la Nación Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, Julio De Vido, exministro de Planificación Federal, y Claudio Cirigliano, empresario dueño de la firma concesionaria de la Línea Sarmiento.
Además, la Justicia determinó que hubo mala praxis por parte del maquinista Marcos Córdoba. Se lo encontró culpable del delito de estrago culposo por haber adoptado una actitud negligente al no frenar a tiempo. Sin embargo, el máximo tribunal penal de la Nación remarcó que “no hay que olvidar que se trata de un trabajador que no tenía la más mínima chance de influir sobre el calamitoso estado de los trenes ni la forma caótica y desaprensiva en la que operaba el servicio”.